La muerta no estaba muerta.
Charlotte había rebobinado la secuencia de hechos del 23 de noviembre, dos días atrás, y la cara que había plagado los periódicos de los noventa podía verse claramente a través de los ojos de la persona que más la conocía.
Era indudablemente ella.
Stella.
Nadie le creería, pero ahí estaba su silueta. Sin embargo, ¿como había hecho para volverse invisible cuando, po...